1/5/13

EMPLEADAS Y EMPLEADORAS, TENSIONES DE UNA RELACIÓN ATRAVESADA POR LA AMBIGÜEDAD



Débora Gorban. doi:10.5477/cis/reis.140.29.

En este artículo nos disponemos a incitaros una breve o amplia reflexión sobre un modo de trabajo que se hace generalmente invisible a los discursos del mundo laboral. Un trabajo existente desde hace siglos y con vistas a una finalidad improbable.



La realidad del trabajo doméstico remunerado se conjuga en una auténtica ambigüedad. Esta actividad se desarrolla en el seno de una familia y aunque parezca sencillo, tiene su complejidad. La trabajadora de este sector (generalmente formado por mujeres) atraviesa dos efímeras líneas que se traducen en: una situación de aislamiento en el trabajo, donde favorece situaciones de gran invisibilidad como la explotación, discriminación, y violencia. En la otra línea se originan relaciones de tipo afectivo y personal, donde se moldea el vínculo laboral y se hace más compleja la regularización y regulación del trabajo.

El objetivo del artículo es analizar la relación que se configura entre empleadas y empleadoras, a partir en como unas y otras establecen los límites de una relación laboral atravesada por lo afectivo. Utiliza las técnicas de recogida de campo, las entrevistas en profundidad, discursos espontáneos que forman parte de su experiencia social, ya que sus discursos son cautelosos y en las entrevistas las empleadoras se muestran más recientes. Finalmente las conversaciones quedan registradas y codificadas para un mejor análisis.

Os preguntareis por que se usa el término empleadoras y no empleadores, en el artículo utilizan la denominación femenina ya que éstas son más del 90% en este sector. La investigación se  trabaja en Argentina, pero nos vale de igual forma para abrir debate o una reflexión. El TDR Trabajo Doméstico Remunerado, ha representado históricamente el principal lugar de inserción para las mujeres de sectores populares. La mayoría de estas trabajadoras en el TDR provienen de sectores categorizados como pobres, indigentes e inmigrantes.

El TDR resulta uno de los grupos sociales más extendidos e <invisibilizados>. Las condiciones de contratación de contratación y de trabajo dentro de este sector son precarias e irregulares. “En Argentina, si bien esta actividad se encuentra reglamentada por el Estatuto del Servicio Doméstico (Decreto Ley 326/56) desde 1956, pertenecen a un régimen distinto no comprendido por la Ley de Contrato de Trabajo (LCT). Dicha ley no incluye a las trabajadoras del TDR en sus disposiciones debido a que cuando el empleador contrata a una trabajadora no lo hace con afán de lucro, elemento fundamental para definir una relación contractual/laboral, según la LCT (MTESS, Banco Mundial e INDEC, 2005). Así, quienes trabajan en el servicio doméstico no se encuentran protegidas por las leyes de trabajo, lo cual implica que no gozan de los beneficios de otros trabajadores, como la licencia por maternidad, ni tampoco existe una reglamentación que estipule los horarios, remuneraciones, tareas, etc.” Cita; pág. 32. La negociación de las condiciones de trabajo queda pautada entre la empleadora y la empleada. Ello condiciona la capacidad de negociación de la trabajadora (empleada), debido a la urgencia que tenga por obtener el trabajo, de nuevo se delinea uno de los rasgos de la desigualdad característica de este tipo de empleo.

En el servicio doméstico se focaliza una relación de subordinación en la que se sostiene la clase, la raza, el género, la migración, etc. La existencia de relaciones de poder evidentemente desiguales, donde a veces se superpone lo afectivo a la relación laboral. “Es la ambigüedad afectiva de la relación la que exige más análisis” Cita, pág. 34. Las trabajadoras contratadas además de cargar con la estigma de un trabajo socialmente infravalorado, experimentan la falta de autonomía, donde parece que son ellas las que eligen esta decisión, generalmente tienen la libertad de tomarla, es decir; o pueden volver a su casa al final de la jornada (con retiro) así es denominado en Argentina, o sin retiro (internas).

La ambigüedad existente en la relación entre empleada y empleadora es atravesada por la distancia social, y la proximidad física y afectiva. Es un trabajo vinculado estrechamente al cuidado y atención familiar, del hogar. Pero a la vez es una persona externa, desconocida, perteneciente a una clase inferior, y más categorías que surgen en nuestra conciencia con solo tener idea del trabajo que realiza esa persona.
“Surge una interacción entre clases desiguales donde sus reglas constituyen la realidad objetiva de esta relación” Cita; pág. 35. Las empleadoras demarcan y establecen límites y distinciones entre las empleadas, las empleadoras y la familia. El ingreso de una <extraña> al espacio de lo íntimo y lo familiar puede rehacer el seno de la familia, lo cual influye en lo conflictivo, lo afectivo, la competencia y la necesidad. Todos hemos oído alguna vez, o hemos visto en alguna película donde la madre tiene celos de la cuidadora.

En los discursos y las entrevistas recogidas por el grupo de investigación quedaba plasmado cómo estas mujeres, las empleadoras necesitaban a las empleadas, lo afirmaban con la siguiente frase: <son un mal necesario>, el testimonio aquel refleja el tipo de relación de poder y dependencia entre la empleadora y la empleada.

Estas mujeres, empleadas en su puesto de trabajo, hacen que las otras mujeres (empleadoras) aprovechen y puedan disfrutar de su autonomía, gozar de un trabajo bien remunerado, con un contrato claramente definido. Cada mujer opta el modo de trabajo que más le esté al alcance, pero no debemos olvidar que todo trabajo tiene un fin muy respetable, cada puesto de trabajo desde una perspectiva macro forma parte de un eslabón, aquel que deja actuar a cada cual en la situación en la que vive.


Quiero finalizar con una cita de Virginia Woolf, donde se pregunta qué es lo más importante, los hechos que más contribuyen al mundo: ¿Es menos útil al mundo la mujer de limpiezas que ha criado ocho niños que el abogado que ha hecho cien mil libras? Ella responde de manera muy sociológica; cita: “Aunque se pudiera valorar un talento en un momento dado, estos valores están destinados a cambiar, dentro de un siglo es muy probable que hayan cambiado totalmente… Además, dentro de cien años las mujeres habrán dejado de ser el sexo protegido, y tomarán parte en todas las actividades y esfuerzos que antes les eran prohibidos” pág. 57. Volvemos al principio de esta entrada, hay aspectos en nuestra vida que parecen que no cambiaran nunca, como es la actividad de la empleada del hogar, algo muy relacionado con el género, la raza, la clase o aquello socialmente construido, que se nos encapriche para categorizar más aún este sector laboral.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola