Débora Gorban. doi:10.5477/cis/reis.140.29.
En
este artículo nos disponemos a incitaros una breve o amplia reflexión sobre un
modo de trabajo que se hace generalmente invisible a los discursos del mundo
laboral. Un trabajo existente desde hace siglos y con vistas a una finalidad
improbable.
La
realidad del trabajo doméstico remunerado se conjuga en una auténtica
ambigüedad. Esta actividad se desarrolla en el seno de una familia y aunque parezca
sencillo, tiene su complejidad. La trabajadora de este sector (generalmente
formado por mujeres) atraviesa dos efímeras líneas que se traducen en: una
situación de aislamiento en el trabajo, donde favorece situaciones de gran
invisibilidad como la explotación, discriminación, y violencia. En la otra
línea se originan relaciones de tipo afectivo y personal, donde se moldea el
vínculo laboral y se hace más compleja la regularización y regulación del
trabajo.
El
objetivo del artículo es analizar la relación que se configura entre empleadas
y empleadoras, a partir en como unas y otras establecen los límites de una
relación laboral atravesada por lo afectivo. Utiliza las técnicas de recogida
de campo, las entrevistas en profundidad, discursos espontáneos que forman
parte de su experiencia social, ya que sus discursos son cautelosos y en las
entrevistas las empleadoras se muestran más recientes. Finalmente las
conversaciones quedan registradas y codificadas para un mejor análisis.
Os
preguntareis por que se usa el término empleadoras
y no empleadores, en el artículo utilizan la denominación femenina ya que
éstas son más del 90% en este sector. La investigación se trabaja en Argentina, pero nos vale de igual forma para abrir debate o una
reflexión. El TDR Trabajo Doméstico
Remunerado, ha representado históricamente el principal lugar de inserción para
las mujeres de sectores populares. La mayoría de estas trabajadoras en el TDR
provienen de sectores categorizados como pobres, indigentes e inmigrantes.
El
TDR resulta uno de los grupos
sociales más extendidos e <invisibilizados>. Las condiciones de
contratación de contratación y de trabajo dentro de este sector son precarias e
irregulares. “En Argentina, si bien esta actividad se encuentra reglamentada
por el Estatuto del Servicio Doméstico (Decreto Ley 326/56) desde 1956,
pertenecen a un régimen distinto no comprendido por la Ley de Contrato de
Trabajo (LCT). Dicha ley no incluye a las trabajadoras del TDR en sus
disposiciones debido a que cuando el empleador contrata a una trabajadora no lo
hace con afán de lucro, elemento fundamental para definir una relación
contractual/laboral, según la LCT (MTESS, Banco Mundial e INDEC, 2005). Así, quienes trabajan en el servicio doméstico
no se encuentran protegidas por las leyes de trabajo, lo cual implica que
no gozan de los beneficios de otros trabajadores, como la licencia por
maternidad, ni tampoco existe una reglamentación que estipule los horarios,
remuneraciones, tareas, etc.” Cita; pág. 32. La negociación de las condiciones
de trabajo queda pautada entre la empleadora y la empleada. Ello condiciona la
capacidad de negociación de la trabajadora (empleada), debido a la urgencia que
tenga por obtener el trabajo, de nuevo se delinea uno de los rasgos de la
desigualdad característica de este tipo de empleo.
En
el servicio doméstico se focaliza una relación de subordinación en la que se
sostiene la clase, la raza, el género, la migración, etc. La existencia de
relaciones de poder evidentemente desiguales, donde a veces se superpone lo
afectivo a la relación laboral. “Es la ambigüedad
afectiva de la relación la que exige más análisis” Cita, pág. 34. Las
trabajadoras contratadas además de cargar con la estigma de un trabajo socialmente infravalorado, experimentan la falta de autonomía, donde parece
que son ellas las que eligen esta decisión, generalmente tienen la libertad de
tomarla, es decir; o pueden volver a su casa al final de la jornada (con
retiro) así es denominado en Argentina, o sin retiro (internas).
La
ambigüedad existente en la relación entre empleada y empleadora es atravesada
por la distancia social, y la proximidad física y afectiva. Es un trabajo vinculado
estrechamente al cuidado y atención familiar, del hogar. Pero a la vez es una
persona externa, desconocida, perteneciente a una clase inferior, y más
categorías que surgen en nuestra conciencia con solo tener idea del trabajo que
realiza esa persona.
“Surge
una interacción entre clases desiguales donde sus reglas constituyen la
realidad objetiva de esta relación” Cita; pág. 35. Las empleadoras demarcan y
establecen límites y distinciones entre las empleadas, las empleadoras y la
familia. El ingreso de una <extraña> al espacio de lo íntimo y lo
familiar puede rehacer el seno de la familia, lo cual influye en lo
conflictivo, lo afectivo, la competencia y la necesidad. Todos hemos oído
alguna vez, o hemos visto en alguna película donde la madre tiene celos de la
cuidadora.
En
los discursos y las entrevistas recogidas por el grupo de investigación quedaba
plasmado cómo estas mujeres, las empleadoras necesitaban a las empleadas, lo
afirmaban con la siguiente frase: <son
un mal necesario>, el testimonio aquel refleja el tipo de relación de
poder y dependencia entre la empleadora y la empleada.
Estas
mujeres, empleadas en su puesto de trabajo, hacen que las otras mujeres (empleadoras)
aprovechen y puedan disfrutar de su autonomía, gozar de un trabajo bien
remunerado, con un contrato claramente definido. Cada mujer opta el modo de
trabajo que más le esté al alcance, pero no debemos olvidar que todo trabajo
tiene un fin muy respetable, cada puesto de trabajo desde una perspectiva macro forma parte de un
eslabón, aquel que deja actuar a cada cual en la situación en la que vive.
Quiero finalizar con una cita de Virginia Woolf, donde se
pregunta qué es lo más importante, los hechos que más contribuyen al mundo: ¿Es
menos útil al mundo la mujer de limpiezas que ha criado ocho niños que el
abogado que ha hecho cien mil libras? Ella responde de manera muy sociológica;
cita: “Aunque se pudiera valorar un talento en un momento dado, estos valores
están destinados a cambiar, dentro de un siglo es muy probable que hayan
cambiado totalmente… Además, dentro de cien años las mujeres habrán dejado de
ser el sexo protegido, y tomarán parte en todas las actividades y esfuerzos que
antes les eran prohibidos” pág. 57. Volvemos al principio de esta entrada, hay
aspectos en nuestra vida que parecen que no cambiaran nunca, como es la
actividad de la empleada del hogar, algo muy relacionado con el género, la
raza, la clase o aquello socialmente construido, que se nos encapriche para
categorizar más aún este sector laboral.
1 comentario:
hola
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